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ORACION

ay tanto que hacer y cada quien tiene su propia tarea en la gesta de nuestro tiempo. Madre Santísima, intercede para que yo reciba la fuerza y el aliciente para cooperar con la gran tarea de cambiar este mundo nuestro poniendo mi grano de arena, que bien podría hacer la diferencia. Amén

sábado, 25 de enero de 2014

Santa María de la Merced

Santa María de la Merced



 

Abogada defensora nuestra, permite que este pobre cristiano y Obispo, postrado con fe ante ti, intercesora de todas las mercedes, eleve una sentida plegaria que recoja las congojas que se esconden tras los muros de nuestras prisiones.

Madre de gracia, te presento con todo el cariño de que soy capaz la realidad de tantos hermanos y hermanas presos. Tú los conoces mejor que yo. Tú sabes bien de sus pesares. Yo sólo adivino detrás de cada rostro una historia única, singular e irrepetible, muchas veces construida a base de fracasos de los que ellos no son únicos responsables. Por eso, Señora de misericordia, no los juzgo, mucho menos los condeno: sólo deja que te los presente y pida para cada uno y para cada una un destello del desmesurado amor y de la sanante ternura de tu Hijo. Que haga despertar lo mejor de cada cual, aquello que, silencioso, pero presto para añorar, anida en el precioso hondón del alma donde se barrunta la divina fuerza capaz de enmendar los yerros más groseros.
Madre del Divino Amor, ¿quién, como tú, traspasada de impotente dolor, comoce lo que es tener un hijo preso? Tú, que sabes de lágrimas sorbidas en duros tragos de infortunio, de idas y venidas y de penas sin escucha, acoge el infinito sufrimiento de los familiares de los presos y de las presas. Hazlos fuertes, que nos les abandonen en la hora de la desventura. Y a nosotros, ¡oh, Señora!, haznos pacientes hermanos, cómplices de infinita ternura, de aquellos que no cuentan más que con su inmensa soledad.
Señora de todas las Gracias, no te puedo pedir por las prisiones, pero sí que cuides con cariño de quienes trabajan en ellas. Tú sabes de sus problemas y dificultades. Que la fuerza ilusionante de tu Hijo los anime y los ayude a no abdicar de la sagrada función de enderezar senderos tortuosos para que el esperanzado resurgir de una vida nueva pueda abrirse paso sin tropiezos.
Madre de la Víctima autoinmolada, Madre de todas las víctimas, ¿cómo no presentarte tanto dolor inútil, tanto sufrimiento absurdo de las víctimas de todos los delitos? Sé, tú, Señora Nuestra, su fuerza y su consuelo. Haz que seamos capaces de apoyarlas incondicionalmente, de reparar sus quebrantos, de lavar sus heridas y facilitar, al fin, que la indulgencia desbanque a la venganza. ¡Cómo no invocarte en esta hora, Espejo de Justicia restaurativa!
Nuestra Señora de los que no cuentan, fue la fuerza del Espíritu de tu Hijo la que le llevó a proclamar en Nazaret que el distintivo inconfundible de su misión es liberar cautivos y dar buenas nuevas a los excluídos. Intercede por los hombres y mujeres de nuestra Pastoral Penitenciaria; que, en íntima comunión con las Iglesias diocesanas, construyan una auténtica y audaz pastoral de justicia y libertad, que busque prevenir el delito, superar la prisión, reintegrar al preso y facilitar la reconciliación y la paz social.
Por eso, Madre de las Mercedes, deja que te presente también al sistema penal. Te pido con ahínco que no sigamos transitando por el camino de la venganza, del mero endurecimiento de penas, del “más de lo mismo” punitivo. Que la prevención social, el tratamiento, la reinserción, los derechos humanos y la reconciliación sean el norte y guía de nuestro ordenamiento. Madre del Amor Universal, pide a tu Divino Hijo que nos bendiga con torrenteras de Paz y Justicia, de ésas, con mayúsculas, que sólo regala el Todopoderoso.
Santa María, tú que a nadie pides papeles, ni consultas nuestros antecedentes, tú que cancelas nuestros “partes”, ayúdanos a conseguir no la libertad condicional, sino la verdadera libertad, la que brota de seres autónomos, responsables, solidarios y libres, imagen feliz de nuestro Creador.
¡Nuestra Señora de la Merced, intercede por nosotros!

Oraciones a la Bienaventurada Virgen María de La Merced
Nuestra Señora de las MercedesI.
Dios, Padre misericordioso,
que enviaste a tu Hijo al mundo como Reconciliador de los hombres;
concédenos, a los que celebramos con devoción a su Madre
bajo el título de Nuestra Señora de La Merced,
que guardemos fielmente la verdadera libertad de hijos,
que Cristo, el Señor, nos mereció por su sacrificio
y que podamos extenderla a todos los pueblos.
Que así sea. Amén.
II.

Oración inicial

Virgen María de la Merced, bondadosa Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna purísima que recoges los rayos del Sol de Justicia, te nutres de ellos para reflejarlos de la mejor manera. Escucha Madre, nuestros ruegos; tú que benigna atendiste desde el cielo los tristes lamentos de los pobres cautivos que gemían sin consuelo en la dura opresión de los moros, y rompiste los grillos y cadenas que los aprisionaban, por medio de tu familia de redentores. Por tu ardiente caridad, por tus virginales entrañas en que se encarnó el Hijo de Dios para nuestro remedio, te pedimos, Madre querida, que rompas las cadenas de  nuestro pecado, para que libres de ellas, podamos conformarnos con tu Hijo el Señor Jesús. Amén.

Nuestra Señora de las MercedesSalutaciones

- Saludemos a María, por ser la Madre de Dios,
   Dios te salve, María...
- Saludemos a María, por ser nuestra Madre.
   Dios te Salve, María...
- Saludemos a María, que incesantemente nos ofrece su maternal misericordia.
  Dios te Salve, María...

Oración  final

Dulce es nombrarte, María, y no hay gozo en el mundo que pueda compararse al de tu amor maternal. Si nuestros amigos nos defraudan en ti encontramos a la Madre que nunca falla. Si caemos en pecado, en ti encontramos el refugio y el auxilio para levantarnos. Si la fortaleza del cuerpo se debilita, tú siempre nos sostienes con maternal amor. Si lloramos, nos acompañas en el dolor. Alegres, participas de nuestras alegrías. Siempre nos acoges porque somos tus hijos, hijos de tu inmaculado y doloroso corazón. ¿Qué haríamos sin ti, Madre nuestra? ¿Cómo responder dignamente a tu amor de Madre? Si quieres nuestros corazones, aquí los tienes, prontos a brindarte su amor filial y a manifestártelo en el seguimiento fiel a tu Hijo. Si te gusta una expresión de amor, acepta la que te tributamos en este día como signo de nuestra piedad filial.
Bendita Madre nuestra de la Merced, no nos dejes solos durante nuestro peregrinar en esta vida. No nos dejes entregados a nuestras débiles fuerzas, ya que sin tu maternal intercesión desfalleceríamos en el camino.
Madre del Señor y Madre nuestra, obtennos de tu Hijo la fuerza del Espíritu para que anime y fortalezca nuestros pasos.
Madre de la Merced, ayúdanos a dar valiente testimonio de vida cristiana y a ser generosos en el servicio de amor a los hermanos. Amén.

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