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ORACION

ay tanto que hacer y cada quien tiene su propia tarea en la gesta de nuestro tiempo. Madre Santísima, intercede para que yo reciba la fuerza y el aliciente para cooperar con la gran tarea de cambiar este mundo nuestro poniendo mi grano de arena, que bien podría hacer la diferencia. Amén

domingo, 26 de enero de 2014

Oraciones Marianas

Oraciones básicas





Ave María





Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres 
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto 
de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén




Acto de Consagración


¡Oh Señora mía, 
oh Madre mía!, 
yo me entrego del todo a Ti 
y en prueba de mi afecto, 
con amor filial 
te consagro en este día: 
todo lo que soy, todo lo que tengo. 
Guarda y protege, 
y también defiende a este hijo tuyo, 
que así sea.




Angelus

D: El Ángel del Señor anunció a María.

T: Y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Ave María
D: He aquí la sierva del Señor.
T: Hágase en mí según tu palabra.
Ave María
D: Y el Verbo se hizo carne.
T: Y habitó entre nosotros.
Ave María
D: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Se rezan tres glorias
D: Oremos
Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes hemos conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo, que por su Pasión y su Cruz alcancemos la gloria de la Resurrección. Por el Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

T: Amén

La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra; 
Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; 
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, 
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra, 
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro muéstranos a Jesús, 
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
D: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T: Para que seamos dignos de alcanzar 
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén



Alégrate María

Alégrate María,
Inmaculada y Santa,
amada de Dios,
nueva Eva elegida,
cooperadora de la reconciliación.

Madre de Jesús y nuestra,
incansable auxilio de los pecadores,
maternal intercesora,
acuérdate de este hijo tuyo.
Amén



Reina del Cielo



Reina del Cielo, alégrate, aleluya, 
porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya, 
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén


Oraciones especiales


Bajo tu amparo


Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Madre del Redentor

Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo 
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración 
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.

Salve, Reina de los Cielos



Salve, Reina de los Cielos 
y Señora de los ángeles; 
salve raíz, salve puerta, 
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, Virgen gloriosa, 
entre todas la más bella; 
salve, agraciada doncella, 
ruega a Cristo por nosotros.

D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén

Acuérdate
Acuérdate, 
¡oh piadosísima, Virgen María!, 
que jamás se ha oído decir 
que ninguno de los que 
han acudido a tu protección, 
implorando tu auxilio 
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza, 
a Ti también yo acudo, 
y me atrevo a implorarte 
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!, 
no desatiendas mis súplicas, 
antes bien acógelas benignamente. Amén


¡Oh Corazón de María!



¡Oh Corazón de María, 
Madre de Dios y Madre nuestra!
¡Corazón amabilísimo,
objeto de las complacencias 
de la adorable Trinidad, 
y digno de la veneración 
y ternura de los ángeles
y de los hombres!

¡Corazón el más semejante 
al de Jesús, cuya imagen más perfecta eres! 
Corazón lleno de bondad 
y en gran manera compasivo 
de nuestras miserias!

¡Ah! Hacednos sentir ahora, 
¡oh Virgen piadosísima!, 
la dulzura de vuestro corazón maternal 
y la fuerza de vuestra intercesión
ante el de Jesús. Amén


Implorando la Reconciliación

¡Oh Madre de misericordia! 
Intercede ante Dios 
y obténnos la gracia 
de la reconciliación cristiana
de los pueblos.

Obténnos las gracias 
que en un instante 
puedan convertir 
los corazones humanos, 
aquellas gracias 
que puedan preparar y asegurar 
la anhelada paz. 
Reina de la Paz, 
ruega por nosotros 
y logra para el mundo 
la paz en la verdad, 
en la justicia, en la caridad de Cristo. Amén
Para ser mejor
Auxilio de los pecadores
siempre dispuesta al perdón
y a la intercesión
obténme las gracias
que me sean necesarias
para encaminar rectamente mi vida,
rechazar enérgicamente el pecado.
huir de sus ocasiones
y poner los mejores medios
para purificarme
según el divino designio
y así encaminarme
hacia quien es la Vida misma
Amén.

Madre de la confianza


Madre siempre fiel,
cuando te asaltó la incertidumbre,
cuando las cosas se te hacían complicadas,
supiste confiar. 
¡Y cómo confiaste!
En el momento cumbre de la historia
con decisión y firmeza
pronunciaste aquel bienaventurado
"Hágase", del que viene nuestra salud.

¡Y siempre lo mantuviste!
Las desconfianzas de otros,
los decires de tantos
nunca te apartaron
de la santa confianza.

Obténme,
Santa María de la Confianza,
el auxilio divino
que me permita superar
las incertidumbres que ahora me acosan.
Que así sea.


Pureza y humildad

María, Madre mía,
alcánzame
desde tu inmaculado y purísimo Corazón
la gracia de vivir
la pureza y la humildad
que el Señor Jesús
desea para mí.
Que así sea.

María de la solidaridad

Al considerar el designio divino
que te ha honrado como excelsa e incomparable
cooperadora de la salvación;
al reflexionar sobre tus desvelos
al cuidar al Niño y al Joven Jesús;
al ver tus intercesiones
en Caná, modelo de tus desvelos;
cómo no ver tú corazón solidario
con el destino de la humanidad,
cómo no comprender
lo inabarcable del horizonte
de tu amor, cómo no sentir
el impulso de pedirte
aprender de Ti a vivir atento
a las necesidades de los demás 
y a poner los medios
para que sea solidaridad afectiva
se haga efectivamente concreta.

Madre de la Solidaridad,
intercede para que yo pueda
recorrer el camino de amar
a mis hermanos como me lo pide
el Señor Jesús. Amén


Compartiendo la alegría


¡Madre mía! ¡Qué feliz estoy!
Quiero hoy contigo compartir
la alegría que tan intensamente vivo.

Deseo también pedirte
que me ayudes
a participar a otros
el alborozo que me embarga,
pues estoy firmemente convencido
que la alegría,
así como el amor,
son realidades que se difunden
por el testimonio
y por la comunicación.
Amén.

Contribuyendo al cambio

ay tanto que hacer y cada quien
tiene su propia tarea en la gesta
de nuestro tiempo.

Madre Santísima, intercede para que
yo reciba la fuerza y el aliciente
para cooperar con la gran tarea
de cambiar este mundo nuestro
poniendo mi grano de arena,
que bien podría hacer la diferencia.
Amén.



Ante el sufrimiento


Madre Dolorosa te han llamado los siglos.
Y con razón, pues sufriste indeciblemente.
Tú corazón por la espada traspasado
recuerda que con viva imagen
que bien eres Maestra
es saber bien sufrir.
Enseña a sobrellevar el sufrimiento,
soportándolo con visión de eternidad,
con esa esperanza, asociada a la Cruz reconciliadora
de tu Hijo, el dulce Señor Jesús,
de la que vivamente das ejemplo.
Me atrevo a pensar que el misterio del dolor
muchas veces se te hizo abrumador,
como hoy siento el mío.
Auxíliame, pues, ¡oh poderosa intercesora!,
obténme la gracia que me permita aprender
y vivir intensamente tu ejemplo y lección.
Que así sea.

Ante el tránsito de un ser querido

¡Oh María del Aliento!,
cuando supiste lo de Lázaro,
sin duda alguna
comprendiste más y mejor,
avizorando la luminosidad
que el misterio de la revivificación encerraba.

Así, cuando ocurrió
el tránsito del Señor Jesús,
tu Hijo adorado,
tu fe se avivó aún más
y es posible creer
que al ritmo que crecía
la justa y sensible aflicción
tu paz y confianza se agigantaban.

Y es que siempre le creíste
al Dulce Jesús,
y en tu corazón conservabas
con certeza sin igual
las experiencias y las promesas
en torno al misterio de la resurrección.

Ante esta pérdida mía
te imploro que me ayudes con tu ejemplo,
que en tu seguridad afinque yo mi firmeza,
que en tu fortaleza
encuentre base mi serenidad,
que el aliento de tu profunda convicción 
consolide la expectativa
de que, como el Señor Jesús vive hoy,
primogénito de los resucitados,
quien hoy siento como pérdida
resucitará para la vida eterna.

Y, finalmente,
Madre de la Vida
te pido te todo corazón
que tu plegaria intercesora
le encamine al encuentro
de la Comunión de Amor
y a mí me obtenga del Altísimo
una fe sólidamente cimentada en la confianza
y una esperanza centrada en el amor.
Gracias.
Amén.


Por la virtud que trabajamos

Fértil cúmulo de virtudes,
la que me decida a buscar en Ti
la hallo en grado sumo,
ayúdame, pues,
amada Madre mía
a obtener la virtud de____________.

Intercede 
para que el Espíritu Santo
derrame con abundancia
sobre mí
los dones y gracias que preciso
para adquirirla y vivirla
para mayor Gloria de Dios
y servicio de mis hermanos.
Así sea.

Pidiendo un favor

Te pido perdón,
pues me acerco
¡oh María!,
con interés de pedirte.

Sé que tu Hijo amado
nada te niega,
y con esa confianza,
sabiendo de tu inmensa bondad,
es que me atrevo a pedirte
que intercedas
para obtenerme la gracia
que ahora te solicito:___________.
Amén.


Pidiendo fortaleza


Santa María de la Fortaleza
que ante las adversidades
supiste mantenerte firme
mirando la realidad,
que parecía tan dura,
con la liberadora mirada
que ve hacia el horizonte de eternidad,
dígnate interceder por mí
en estos difíciles momentos,
y consígueme
el don de la fortaleza
que se me hace tan necesario.
Que así sea.

Luz para el peregrinar
Brillante Luna
de la nueva evangelización,
que con tu fulgor
iluminas la noche
por la que tantos
deambulan sin rumbo
en el mundo de la "cultura de muerte",
alumbra todo humano caminar
con la luz del Señor Jesús
que sin igual sabes reflejar.
Amén

Por la vida

Dulce Santa María, 
que bien supiste ser Madre
y el Hijo de tus entrañas
es la Vida misma,
te queremos pedir
por todos aquellos niños
que luego de haber sido concebidos
no habrán de ver la luz del día
al ser asesinado
en el vientre materno.También te pedimos
que te apiades
de los responsables
de tan horrendo crimen.
Obténles la gracia
de tomar conciencia de la verdad
y de mostrarse arrepentidos
para que puedan buscar el perdón
del Amor Misericordioso.
Amén.

Gratitud a Santa María

Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra,
desde siempre.

Gracias por haber acogido
en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.

Gracias por haber mantenido
tu "Hágase" a través de todos
los acontecimientos de tu vida.

Gracias por tus ejemplos
dignos de ser acogidos y vividos.

Gracias por tu sencillez,
por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia, por tu fidelidad,
por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes
que rivalizan en belleza
entre sí y que Dios nos permite
atisbar en Ti.

Gracias por tu mirada maternal,
por tus intercesiones, tu ternura,
tus auxilios y orientaciones.

Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra.
Amén.

Oración a Nuestra Señora de Luján


Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...
Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.
Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!

Oración de la Natividad de Nuestra Señora
Que grande gozo e incomparable alegría debe tener todo el mundo el día de vuestro sagrado nacimiento, ¡oh niña benditísima! pues con la luz que vos, como alba divina, le trajisteis, se bañó de nueva claridad y comenzó a respirar! A toda la Santísima Trinidad alegrasteis con vuestro nacimiento; al Padre por haber nacido su dulce esposa, al Hijo porque habías de ser su Madre, y al Espíritu Santo porque erais su templo, y por su virtud habíais de concebir en vuestro vientre virginal al Verbo Eterno. Los santos patriarcas vieron en este día cumplidos sus deseos; los profetas acabadas aquellas sombras y figuras debajo de las cuales tantas veces os dibujaron y pintaron, los ángeles su Reina y Señora, y los hombres de honra, ornamento y gloria de todo el linaje humano; y finalmente, todos los judíos y gentiles, justos y pecadores tienen hoy causa de particular regocijo, por haber salido a luz la que había de darnos al que es luz y vida del mundo.
Vos, niña gloriosa, nacisteis hoy la más linda, la más bella y hermosa y más adornada de gracias que ninguna pura criatura. Porque así como vuestro precioso Hijo os fue muy parecido en el ser natural como hijo a su madre, así vos fuisteis muy semejante a vuestro Hijo en el ser de gracia, en la cual él era vuestro Padre; y así convino que en el alma y en el cuerpo no hubiese cosa criada que con vos se pueda comparar. Vos sois la segunda Eva y madre de los vivientes que vivirán para siempre, vos más dichosa que Sara, más prudente que Rebeca, más hermosa que Raquel, más fecunda que Lia, más excelente que María hermana de Moisés y Aaron, más sabia que Débora, más fuerte que Judíth, más graciosa que Ester, más humilde que Abigail, más casta que Susana. Porque sois aquella mujer vestida de sol y coronada de estrellas, que tiene la luna debajo de sus pies, y aquel santuario que Dios hizo para habitar en él, y aquel arca fabricada de madera de Setin, y forrada por dentro de oro purísimo, que son todas las virtudes con que Dios os adornó.
Dios os salve, María suavísima, hija sois de Eva, mas para reparar las miserias de Eva; hija sois de hombre, mas madre de Dios; virgen sois, mas no sin fruto; fecunda sois, mas sin detrimento de vuestra pureza virginal. Dios os salve, Virgen sacratísima, tálamo del Esposo celestial, templo de la sapiencia increada, sagrario del Espíritu Santo, huerto de delicias, paraíso de deleites, vena de aguas vivas, y depositaria de todas las gracias y dones de Dios, y singular entre todas las criaturas; pues no hay cosa que os iguale, y todo lo que tiene ser está sobre vos o debajo de vos, porque Dios solamente es sobre vos, y todo lo que no es Dios está debajo de vos. Desde este punto y desde esta hora en que salisteis al mundo para bien del mundo yo os reconozco y tomo por Señora mía, y os doy el parabién y vasallaje como a Reina soberana del cielo y de la tierra, y madre de mi Señor Jesucristo. Vos, Virgen purísima y niña sacratísima, tomadme por esclavo perpetuo y de vuestro Hijo benditísimo, para que yo con verdadero y santo gozo me goce hoy de vuestro glorioso nacimiento. Amén

Súplica a la Virgen de Pompeya
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos. ¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de hijos os manifestamos nuestras necesidades.
Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen. Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian. Detened el brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores. Mostraos hoy para con todos Reina verdadera de paz y de perdón.
Dios te salve, Reina y Madre...

Oración a la Virgen de Lourdes

"Santísima Virgen de Lourdes,
que a ninguno desamparas ni desechas,
mírame con ojos de piedad
y alcánzame de tu Hijo perdón de mis pecados
para que con devoto afecto celebre
tu santa e inmaculada Concepción,
en tu milagrosa imagen de Lourdes
y reciba después el galardón de la bienaventuranza
del mismo de quien eres Madre."

Amén

Irradiar a Cristo

¡Oh, Jesús!
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penétrame y aduéñate tan por completo de mí,
que toda mi vida sea una irradiación de la tuya.
Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí,
que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma.
Que al verme no me vea a mí, sino a Tí en mí.
Permanece en mí. Así resplandeceré con tu mismo resplandor,
y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Mi luz toda de Ti vendrá, Jesús; ni el más leve rayo será mío.
Serás Tú el que iluminarás a otros por mi medio.
Sugiéreme la alabanza que más te agrada,
iluminando a otros a mi alrededor.
Que no te pregone con palabras sino con mi ejemplo,
con el influjo de lo que yo lleve a cabo,
con el destello visible del amor que mi corazón saca de Ti.

Amén.

Madre de bondad


Toma mi mano cuando reces, será tu fortaleza.
Mírame a los ojos cuando reces, seré tu guía.
Reza con el corazón y derrocharás amor.
Reza pensando en Mí y transmitirás
sentimientos de paz y de alegría.
Reza teniendo a otras personas en tu mente
por la cual estás pidiendo algo especial
y te concederé la gracia.
Reza, hija Mía, que tus oraciones son
peticiones que elevo al Señor.
El siempre te está escuchando.
Tu corazón es muy humilde y lo conmueve.
Reza, hija Mía, que nosotros te protegeremos.
Reza, que tu oración será tu tesoro y fortaleza.
Reza, hija Mía, que estamos contigo y nunca
nos separaremos, nunca te abandonaremos.
Reza, estoy a tu lado. Madre de Bondad.


Virgen Inmaculada!

Una vez más estamos aquí para rendirte homenaje
a los pies de esta columna,
desde la cual tú velas con amor
sobre Roma y sobre el mundo entero,
desde que, hace ya ciento cincuenta años,
el beato Pío IX proclamó,
como verdad de la fe católica,
tu preservación de toda mancha de pecado,
en previsión de la muerte y resurrección
de tu Hijo Jesucristo.
¡Virgen Inmaculada!
tu intacta belleza espiritual
es para nosotros una fuente viva de confianza y de esperanza.
Tenerte como Madre, Virgen Santa,
Nos reafirma en el camino de la vida
como prenda de eterna salvación.
Por eso a ti, oh María,
Confiadamente recurrimos.
Ayúdanos a construir un mundo
donde la vida del hombre sea siempre amada y defendida,
toda forma de violencia rechazada,
la paz buscada tenazmente por todos.
¡Virgen Inmaculada!
En este Año de la Eucaristía
concédenos celebrar y adorar
con de renovada y ardiente amor
el santo misterio del Cuerpo y Sangre de Cristo.
En tu escuela, o Mujer Eucarística,
enséñanos a hacer memoria de las maravillosas obras
que Dios non cesa de realizar en el corazón de los hombres.
Con premura materna, Virgen María,
guía siempre nuestros pasos por los senderos del bien. ¡Amén!


Oración de súplica

Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.
Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.
Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.
Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

Oración de consagración

¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea

Rogativa a María Santísima de Buena 

Esperanza


María Purísima,  esperanza nuestra sálvanos.
Escogida del Eterno Padre, para su Hija, esperanza nuestra sálvanos.
Amada del Hijo, para Madre suya, esperanza nuestra sálvanos.
Adorada del Espíritu Divino por su Esposa, esperanza nuestra sálvanos.
Retrato que engrandece el ser Divino, esperanza nuestra sálvanos.
Abismo de purezas, esperanza nuestra sálvanos.
Madre divina del amor hermoso, esperanza nuestra sálvanos.
Árbol fecundo cuyo fruto es Cristo, esperanza nuestra sálvanos.
Arca de los tesoros celestiales, esperanza nuestra sálvanos.
Arcaduz que nos lleva a Jesucristo, esperanza nuestra sálvanos.
Aurora que nos diste al Sol Divino, esperanza nuestra sálvanos.
Alegría de los Predestinados, esperanza nuestra sálvanos.
Amparo único de todos los mortales, esperanza nuestra sálvanos.
Por tu Concepción pura y divina, esperanza nuestra sálvanos.
Por tu Natividad tan deseada, esperanza nuestra sálvanos.
Por la embajada feliz que te dio el Ángel, esperanza nuestra sálvanos.
Por los deseos de ver a tu hijo, esperanza nuestra sálvanos.
Por la alegría de verle ya adorado, esperanza nuestra sálvanos.
Por el dolor de verle ya escarnecido, esperanza nuestra sálvanos.
Por la pena de verlo muerto, esperanza nuestra sálvanos.
Por el regocijo de verlo ya resucitado, esperanza nuestra sálvanos.
Por la gran caridad con que nos amas, esperanza nuestra sálvanos.
Por tu humildad y tus demás virtudes, esperanza nuestra sálvanos.
Por tu virginidad y tu gran pureza
Así me muera por quererte
Así mi corazón siempre te busque. esperanza nuestra sálvanos.
Así mi memoria no te olvide, esperanza nuestra sálvanos.
Así mi entendimiento te conozca, esperanza nuestra sálvanos.
Así mi voluntad siempre te ame, esperanza nuestra sálvanos.
Así viva con miedo de agraviarte, esperanza nuestra sálvanos.
Así tú me enseñes y corrijas, esperanza nuestra sálvanos.
Así mi pecho sea tu trono, esperanza nuestra sálvanos.
Así en tus pies halle mi descanso, esperanza nuestra sálvanos. 
Así tú me ampares en la muerte,  esperanza nuestra sálvanos.
Así seas toda mi esperanza, esperanza nuestra sálvanos.

Oración: Rogámoste piadosísima Madre, que logremos la suerte de la esperanza de tu nombre; para que confiados, nuestros ruegos, merezcan tu favor, para vivir como quisiéramos en la hora de la muerte haber vivido, y acabar en paz. Amén
(30 de octubre de 1708)
Aprobado por Antonio Guillestigui, de la Compañía de Jesús

Oraciones de Juan Pablo II

Invocación a la Virgen

María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.
María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.
María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.
María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.
María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.
María, presente en medio de los discípulos, tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado.
María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.

Virgen y Madre
Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel, 
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu. 
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia, 
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor. 
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos 
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás 
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe, 
la paradoja de la alegría cristiana, 
que nace y florece en el dolor, 
en la renuncia, 
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría 
sea siempre auténtica y plena 
para podérsela comunicar a todos! 
Amén.

Virgen fiel, poderosa y clemente


Oh Virgen naciente, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.
¡ Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres.
¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana.
¡ Oh Virgen clemente, que siempre has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial. Amén.


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